domingo, 25 de septiembre de 2016

ALLAN PETTERSSON: SINFONÍA 7 (1967)


ALLAN PETTERSSON (SUECIA: 1911-1980)

Sinfonía 7 (1967)
Estreno: 13.X.1968 (Copenhage / Filarmónica de Estocolmo, Antal Dorati)

Duración aproximada: 45´
VG: 6

Discografía: 
CD: Royal Stockholm Philharmonic Orchestra / Antal Doráti (Swedish Society Discophil)
CD: Swedish Radio Symphony Orchestra / Sergui Comissiona (CAP)
CD: Philharmonisches Staatsorchester Hamburg / Gerd Albrecht (CPO)
CD: Norrköping Symphony Orchestra /Leif Segerstam (BIS)
CD: Gürzenich Orchester Köln / Christian Lindberg (?)

Otras sinfonías del autor:
- Sinfonía 1(incompleta)
- Sinfonía 2.
- Sinfonía 3.
- Sinfonía 4.
- Sinfonía 5.
- Sinfonía 6.
- Sinfonía 8.
- Sinfonía 9.
- Sinfonía 10.
- Sinfonía 11.
- Sinfonía 12.
- Sinfonía 13.
- Sinfonía 14.
- Sinfonía 15.
- Sinfonía 16.
- Sinfonía 17 (incompleta)

Comentario: Allan Pettersson es el gran genio desconocido de la música de los últimos cien años. Ya llegando a la segunda década del siglo XXI, es una vergüenza la ignorancia de una obra colosal, novedosa y profunda como pocas. Existe cierto consenso en que tras Shostakovich el más grande sinfonista de la segunda mitad del siglo pasado fue Pettersson. 

La obra de Pettersson es dura, terrible incluso. Sus sinfonías son crispadas, de densidades insoportables y angustiantes, pero de pronto el genio del maestro sueco arroja un simple rayo de luz y nos vemos sumergidos en una congoja que mezcla el más sentido y auténtico de los abandonos con una resignación seráfica. Sin duda, en menor grado que Simpson, esta música bebe de la fuente de Nielsen, pero también se oye Shostakovich, Sibelius y Mahler como a través de un mal sueño que es acompañado por una banda de Heavy Metal (literamente, Pettersson expresa que componía con esta música de fondo, ya que tenía vecinos rockeros).

La primera vez que oí a Pettersson fue con esta Sinfonía 7 (su obra más célebre). Pocas música tan piadosas y llenas de comprensión por el dolor humano... y Pettersson sabía de aquello. De condición obrera, con una padre alcohólico y una madre sufriente, aquejado por una enfermedad degenerativa y terriblemente dolorosa, su obra no es en absoluto académica... estamos ante la biografía de un espíritu crucificado, pero escrita sin una pizca de autocompasión. Música plena de generosidad hacia todos los humillados y ofendidos.

La Séptima está escrita como un movimiento continuo. Tras muchas audiciones podemos advertir cierta estructura: Un primer cuarto que se abre con la dureza de costumbre en Pettersson dando paso a un figura rítmica en los trombones que recuerda el trágico pulso de una chacona. Algún rayo de luz de las cuerdas se filtra ocasionalmente. Tras un clímax violentísimo la música se vuelve más crispada en los metales y percusión interrumpidos por dolorosísimas intervenciones de la cuerda en sobreagudo. El efecto es emocionalmente devastador. En el tercer cuarto podemos advertir una sección muy lírica con una bella expansión de las cuerdas. Tras otros clímax violentos la música se abre paso a la cuarta parte, en la cual las dolorosas fanfarrias y toques de tambor abren paso a un discurso de abandono absoluto que hacia el final permite la reaparición del tema de los trombones mientras la cuerda y maderas filtran una melodía de belleza indescriptible produciendo uno de los momentos más sentidos del la historia del sinfonismo. Y el milagro es que esto no se detiene. Pettersson nos sumerge en la noche más oscura sin soltarnos por un segundo. Al ritmo de la barca de la isla de los muertos nos adentramos no precisamente en la muerte, sino en la tristeza del abandono que esta produce.

Desde el final de la Décima de Mahler que no se oía tal grado de sentido abandono y belleza. 

En los funerales de Pettersson se tocó por parlantes esta Séptima sinfonía. 

Para mí, la Séptima de Pettersson -con permiso de Shostakovich-, junto a su Quinta y, por sobre todo, su Sexta, son las más grandes sinfonías de la segunda mitad del siglo XX.

La Séptima de Pettersson desde youtube (dirige Antal Dorati)


Los 30 minutos finales en vídeo

Toda la resignación del mundo en el final de la obra